COP25, ¿ÉXITO O FRACASO?

 

Como todo en la vida, las cosas no son siempre blancas o negras, los grises tienen cabida en muchos momentos y este ha sido uno de ellos.

Compromisos de reducción de emisiones más ambiciosos por parte de algunos países, renovación de la Alianza de Ambición Climática, reconocimiento de la importancia de las soluciones basadas en la naturaleza y de los océanos, directrices para que el Fondo Verde para el Clima destine recursos a las pérdidas y daños que sufren los países más vulnerables, lanzamiento de la Acción Climática para el empleo y el nuevo Plan de Acción de Género, son los logros más destacados del llamado “Acuerdo Chile-Madrid Tiempo de Actuar”, documento final acordado en la 25ª Cumbre del Clima (COP25). La definición de unas reglas comunes para un mercado único y global de carbono es uno de los puntos críticos y más urgentes que ha quedado fuera de este acuerdo y está aún pendiente de resolver.

¿Cuáles fueron las principales conclusiones de las negociaciones del Acuerdo de Paris en la COP25? ¿En qué se avanzó?

La CO2P5 concluyó con la adopción de un documento con varios avances y asuntos resueltos, el denominado “Acuerdo Chile- Madrid Tiempo de Actuar”.

Este acuerdo sienta las bases para que en el año 2020 los países presenten compromisos de reducción de emisiones más ambiciosos de acuerdo con la ciencia, tal y como indica el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) en su informe especial sobre el calentamiento global de 1,5ºC. Este informe demuestra que no serán suficientes los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura global del planeta a 2ºC respecto a la era preindustrial, sino que habrá que limitarlo a 1,5ºC si no queremos ver efectos demoledores e irreversibles.

En este contexto, los gobiernos de los diferentes países expresaron, en los textos de decisión final, la necesidad de una mayor ambición. De hecho, 80 países (entre ellos la Unión Europea) ya se han comprometido con el aumento de la ambición en sus objetivos de reducción, aunque estos sólo son responsables del 10% de las emisiones mundiales. Paradójicamente, los países más contaminantes como EEUU, China, India o Rusia –que contabilizan juntos el 55% de las emisiones a nivel mundial-, no han sido capaces de enviar una señal suficientemente clara sobre las mejoras en sus estrategias climáticas ni sobre el aumento de su ambición a través de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), que deberán presentarse este año.

Otro de los éxitos de la COP25 ligado a la ambición fue la renovación la Alianza de Ambición Climática con un total de 74 países, 14 regiones, 401 ciudades, 786 empresas y 16 inversores – a fecha de 11 diciembre de 2019- comprometidos con la neutralidad en carbono para 2050. Bajo el paraguas de esta Alianza, 114 naciones ya se han comprometido a presentar este año un plan de acción climática mejorado.

El texto final también resalta el papel de las soluciones basadas en la naturaleza para ayudar a cumplir el objetivo del 1,5°C, así como la importancia de abordar la pérdida de biodiversidad y la lucha contra el cambio climático con un enfoque integral. Asimismo, se reconoce la importancia de los océanos en el sistema climático.

Por otra parte, se acordaron directrices para que el Fondo Verde para el Clima destine recursos frente a las pérdidas y daños que sufren los países más vulnerables frente a los fenómenos climáticos extremos, instando a los países desarrollados a que proporcionen los recursos financieros a los países en desarrollo, asunto muy demandado por los pequeños estados insulares. Además, nace la «Red de Santiago» que dará soporte técnico a estos países vulnerables.

Por último, se ha lanzado la iniciativa Acción Climática para el empleo y se ha creado un nuevo Plan de Acción de Género – válido hasta 2025-, que incluye menciones a los derechos humanos y a la transición justa y servirá para impulsar la participación de las mujeres en la negociación internacional del clima y para la creación de medidas que permitan dar respuesta al desigual efecto del Cambio Climático en mujeres y niñas.

¿Qué temas quedaron pendientes?

A pesar de estos logros anteriormente citados, algunos temas críticos y urgentes quedaron postergados para la próxima Cumbre del Clima.
Entre los asuntos más urgentes, de máxima expectación y de mayor urgencia de la COP25, se encontraba el llegar a un acuerdo en el Artículo 6-mecanismos de cooperación internacional-, es decir, en la definición de unas reglas comunes, claras y robustas para la creación de un mercado de carbono único y global, basado en la compra/venta de emisiones de gases de efecto invernadero entre países y empresas.

Uno de los puntos clave de este artículo es el establecimiento de cómo va a ser la transición desde los mercados de carbono del Protocolo de Kioto -que culmina en 2020-, al Acuerdo de Paris -cuya aplicación entra en vigor en 2021-. La principal controversia radica en si seguirán teniendo validez los derechos de emisión otorgados en el Protocolo de Kioto, y de ser así, cómo van a convivir estos mecanismos, y cómo serán las reglas de juego entre países, es decir, si los esfuerzos de mitigación y reducción de emisiones serán contabilizados en el país emisor o en el receptor. Esto es clave para evitar la doble contabilidad y asegurar la ambición, la transparencia y la integridad ambiental esperada para el Acuerdo de Paris. La polémica la marcaron países como Brasil, India o China, al ser los que, a día de hoy, cuentan con mayor número de derechos de emisión derivados del Protocolo de Kioto, y persiguen que se mantenga su validez en el nuevo esquema. Sin embargo, estos derechos o créditos fueron obtenidos en base a unos requisitos más laxos – con ambición mínima- que los que serán requeridos a partir de ahora. Por lo tanto, la Unión Europea, algunos países de Latinoamérica y los denominados pequeños estados insulares, son partidarios de unas nuevas reglas más ambiciosas y robustas que sí puedan lograr la reducción de emisiones firmada en el Acuerdo de Paris. En cualquier caso, el hecho de que no se haya llegado a un acuerdo por el momento, no impide que los países sigan avanzando en la senda de cumplimento de sus objetivos.

Por otra parte, otros temas complicados en las negociaciones fueron los asuntos sociales– incluidos los derechos humanos-, las tasas a aplicar para financiar la adaptación en países en desarrollo y el requisito de que los mecanismos conduzcan a reducciones de emisiones globales de gases de efecto invernadero.

¿Cuál fue el compromiso del sector público, el privado y de la sociedad civil?

En la COP25 se puso de manifiesto el papel activo y comprometido tanto del sector público, como del sector privado y de la sociedad civil y, sobre todo, la colaboración efectiva entre ellos para impulsar la descarbonización de la economía. En este ámbito colaborativo resalta la Alianza de Marrakech para la Acción Climática Global como la coalición clave, que sigue un año más, fomentando la cooperación entre todos los agentes.

En cuanto al compromiso que desempeña el sector público, la Unión Europea destaca por su extraordinario rol de liderazgo en materia de descarbonización, con la presentación del European Green Deal – Pacto Verde Europeo-, en el que Europa (con excepción de Polonia, que ha postergado la decisión hasta junio de 2020) se compromete a alcanzar la neutralidad en carbono -cero emisiones netas- en 2050. El EU Green Deal consiste en una hoja de ruta con objetivos concretos a corto, medio y largo plazo entre los que se encuentra la apuesta por las energías renovables y un nuevo plan para la economía circular.

En este contexto de compromisos de neutralidad en carbono, las ciudades desempeñan también un papel esencial y tangible. Cabe mencionar que, además de la anteriormente citada Alianza de Ambición Climática a la que se han unido más de 400 ciudades, la Alianza C40 cities -formada por los alcaldes de varias ciudades del planeta, entre ellas Madrid y Barcelona-, desde 2005 está realizando esfuerzos eficientes y ambiciosos para reducir las emisiones de carbono en la atmósfera y adaptarse al cambio climático.

Por otro lado, y siguiendo con el papel del sector público, es importante mencionar la situación de EEUU, marcada por la intención de su retirada del Acuerdo de Paris de la mano del actual presidente Donald Trump. El “efecto Trump” influyó en las negociaciones, dado que países como Brasil, Arabia Saudí y Australia, bloquearon muchos acuerdos. Sin embargo, frente a la postura de retirada, bloqueo e inacción, surgió en 2017 el movimiento de resistencia climáticaWe are still in” (aún seguimos dentro), liderado por Mike Bloomberg¬- ex alcalde de Nueva York. En esta iniciativa americana, se unen alcaldes, gobernadores, empresas, ONGs, inversores, estudiantes, etc para aunar esfuerzos en favor de la acción climática de cara a cumplir con el Acuerdo de Paris.

En relación al papel del sector privado, cabe destacar el compromiso que han manifestado más de 170 empresas multinacionales con el cumplimiento del objetivo de neutralidad en carbono antes de 2050, a través de la campaña Business ambition for 1.5ºC. Las Naciones Unidas, a través de esa iniciativa, insta a las compañías a establecer objetivos de reducción de emisiones de acuerdo con la ciencia.

En este punto cabe mencionar el compromiso del sector financiero-tanto privado como público– con la descarbonización de la economía. Este sector está reclamando, cada vez más, unas reglas claras en la definición de lo que se considera actividad sostenible, para asegurar así que el flujo financiero se dirige realmente hacia lo sostenible. El documento lanzado por la Comisión Europea sobre la taxonomía supone un avance en esta dirección. Además, es esencial para evitar el greenwashing y para aportar claridad a las empresas a la hora de promover la transición hacia una economía verde.

Financiación proyectos sostenibles
De izda dcha: Angus Taylor-Ministro de Energía y Reducción de Emisiones, Australia; Nadia Calviño- Ministra de Economía, España;
Werner Hoyer- Presidente del Banco Europeo de Inversión, Valdis Dombrovskis- Vicepresidente de la Comisión Europea y Ana Botín-
CEO del Banco de Santander

En este sentido, el sector hace hincapié en que para movilizar la inversión hacia proyectos sostenibles se requieren también incentivos e instrumentos financieros potentes tales como los bonos verdes, los novedosos bonos azules, etc.
Por otra parte, el sector considera valiosas las recomendaciones del grupo de trabajo del Task Force of Climate-Related Financial Disclosures (TCFD), en las que se indica un marco común para incluir los riesgos y oportunidades derivados del cambio climático en el reporte financiero de las compañías. Asimismo, el precio del carbono es reconocido y demandado por el sector como una señal robusta hacia las soluciones y proyectos sostenibles.

Por otra parte, en la COP25 se anunció que se ha duplicado el número de fondos de inversión comprometidos con carteras neutras en carbono. Además, el Banco Europeo de Inversión (BEI) va a desbloquear un billón de euros de inversión durante la próxima década y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) creará una red de Bancos Centrales y Supervisores para lograr un sistema financiero verde a nivel global. La Coalición de Ministros de Finanzas por la Acción Climática formada por 51 países, entre ellos España, ha firmado el Plan de Acción de Santiago por el que se comprometen a tener en cuenta el cambio climático en sus políticas económicas y financieras.

Greta Thunberg
Greta Thunberg- joven activista climática (Imagen: El País)

Respecto al rol de la ciudadanía, es imprescindible mencionar que la COP25 fue una de las más mediáticas. La sociedad civil cada vez está más concienciada con la lucha urgente frente al cambio climático. En este contexto, destaca el movimiento social Fridays for Future, de gran repercusión mediática y liderado por los jóvenes, que ayuda a que el mensaje de la urgencia climática llegue a todos.

Y, ¿qué nos espera a partir de ahora?

Este año 2020, es la última oportunidad para acordar los temas que quedaron pendientes en esta COP, antes de que los países tengan que presentar oficialmente sus planes y compromisos de reducción de emisiones (NDCs), los cuales serán revisados cada cinco años.
La primera cita ineludible del año será la pre-COP -en Bonn (Alemania), en junio de este año- donde se intentará avanzar lo máximo posible en cuestiones complejas como los mercados de carbono. Del 9 al 20 de noviembre tendrá lugar la COP26 en Glasgow, la llamada COP de “la ambición política”, la cual representa un gran reto sobre todo a nivel político, aunque también a nivel empresarial y social. Se espera un esfuerzo multilateral ejemplar y eficiente que asegure el funcionamiento exitoso del Acuerdo de Paris, alineado con lo que dicta la ciencia y con el sentido de urgencia y seriedad que se requiere.

Para terminar, merece especial mención el rol ejemplar de la Comunidad de Madrid y del Gobierno de España -representado por el Ministerio para la Transición Ecológica, el Alto Comisionado para la Agenda 2030 y la Oficina Española de Cambio Climático- como organizador de la COP25 en un tiempo récord en la historia de las COPs y, por supuesto, como negociador clave en asuntos como el Artículo 6, la transición justa y la igualdad de género.

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