La caracterización de residuos como palanca de transformación en la economía circular

La  EEA (European Environment Agency), es decir, la Agencia Europea de Medio Ambiente, ha hecho público recientemente su informe  «Investigating Europes secondary raw material markets«, – Investigando los mercados europeos secundarios de materias primas -, donde concluye que de ocho mercados de materiales secundarios, solo tres de ellos (aluminio, papel y vidrio) se puede considerar que “progresan adecuadamente”. El citado estudio, es un estudio pormenorizado, mediante doce factores o criterios de verificación, de los flujos de reciclado de materiales que incide en la capacidad que tienen los actuales sistemas para convertir los productos al final de su ciclo de vida en nuevas materias primas que puedan ser reutilizadas e incorporadas así, a la cadena de valor.

Los mercados secundarios de plásticos, biorresiduos, maderas, textiles y material de construcción no han pasado la prueba lo que significa que los objetivos europeos en materia de reciclaje tienen dificultades de cumplimiento. El informe describe que estos materiales están especialmente condicionados por la falta de desarrollo de un mercado secundario real que compense respecto al material primario y también por la imposición de políticas, o intereses de suministro y demanda, que modifican artificialmente el mercado.

Gran parte de la complejidad de la circularidad reside en la nueva cadena de valor de un producto, que ha ampliado su longitud y eslabones, y donde ahora intervienen nuevos agentes relacionados con el reciclado (el propio usuario, por ejemplo) y, cada uno de ellos, con sus distintas expectativas y objetivos. En el ciclo de madurez en circularidad en el que nos encontramos actualmente necesitamos mejorar el engrasando y eficiencia de esta cadena para conseguir que cada agente obtenga su recompensa y el sistema sea sostenible en el tiempo.

De todas las fases que pueden contemplarse para evaluar la capacidad de reciclado asociada al ciclo de vida de un producto, se pueden destacar cuatro, de gran relevancia y muy interrelacionadas entre sí,: el diseño y fabricación, la separación y recogida en origen, la clasificación y recuperación de materiales en la industria de residuos, y la fabricación de nueva materia prima, o intermedia, para reintroducción en el proceso. Ganar en eficiencia en cada una de estas fases y, sobre todo, repartir los esfuerzos de forma razonable, es uno de los retos a los que se enfrenta el sistema circular global para conseguir un equilibrio en la triple cuenta de resultados: económica, social y ambiental.

Los requisitos, cada vez más ampliados, en la separación y recogida de residuos están dando en general unos resultados aceptables, lo que hace que el peso de las medidas se traslade a las otras fases del ciclo de vida. Algunas medidas, aunque de baja significatividad de manera individual, llevados a cantidades masivas o procesos uniformizados contribuyen de forma muy relevante a mejorar la eficiencia circular.

Una de ellas es la introducción del Ecodiseño, es decir el diseño (no solo de bienes sino también de servicios), orientado de manera integral al ciclo de vida del producto e incluyendo su impacto socioambiental durante su vida útil y, sobre todo, al final de su vida. Un buen ejemplo es la nueva medida de los tapones de plástico enlazados en la botella (aunque en la mayoría de las ocasiones el material pueda ser distinto), y un mal ejemplo es el desarrollo del nuevo mercado del café, y accesorios relacionados, centrado en el consumo de cápsulas de café de muy difícil reciclado. Otro ejemplo es la mezcla de materiales de distinta naturaleza en los envases que los hace de difícil separación, especialmente representados por mezclas de aluminio, papel y plástico, donde en el mejor de los casos se pueden extraer las fibras de celulosa para reutilizarla en nueva pasta de papel.

Todas ellas tienen su relación con la forma en que la industria es actualmente capaz de realizar sus funciones de clasificación, recuperación y reciclado, por lo que su reto constante está en la innovación y mejora de los procesos industriales.

En cuanto a los métodos de caracterización y clasificación, hay que comentar que se basan en distintas tecnologías, combinando la detección y clasificación por características morfológicas de tamaño o forma, junto a características físicas de composición, densidad, color o peso que permiten altos porcentajes de separación por materiales, pero que no son exactos. La medición y control en los puntos intermedios de desvío mediante caracterizaciones regulares arrojan información importante para medir la eficiencia o rediseñar los procesos y métodos, e incluso establecer patrones de generación de residuos según distintas variables: procedencia, estacionalidad, operatividad, y con ello el potencial de aplicar criterios predictivos y de adaptabilidad a los flujos recibidos.

En este aspecto, Azentúa ha apostado en los últimos años por ser parte de la solución en esta cadena de valor, llevando a cabo caracterizaciones en Plantas de separación y recuperación como método de control de la calidad y mejora en la eficacia de los procesos, revelando datos de interés sobre residuos predominantes, porcentajes de restos no principales, detección de impropios y, con ello, acumulando históricos de comportamiento de la planta y de los flujos de entrada e intermedios.

Todo ello ha de servir para facilitar la disponibilidad y calidad de los materiales al menor coste, para proporcionar mayor control sobre los distintos factores que dificultan el desarrollo del mercado circular al que cada vez aspiramos de forma más exigente en la UE, y, en concreto, para adaptar los sistemas a los objetivos más inmediatos de reducción en la generación de residuos para 2025 y 2030.

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