El Patrimonio Cultural en la Evaluación y Seguimiento Ambiental de proyectos

¿Qué es exactamente la Arqueología? 

La Arqueología, lejos de ocuparse del estudio de los dinosaurios o la caza de tesoros como la cultura popular se afana en mostrar, es una disciplina científica dedicada a los restos materiales y manifestaciones culturales de las sociedades humanas

A través de metodologías bien definidas y marcos teóricos variados, la Arqueología se encarga de identificar, documentar, analizar, clasificar e interpretar los restos del pasado humano (desde sus huesos hasta sus utensilios, pasando por sus construcciones, formas de subsistencia, técnicas y costumbres). 

Por lo tanto, abarca un periodo mucho más largo y transversal que la Historia (cuyos métodos se centran en la existencia de fuentes escritas). La Arqueología utiliza como base la llamada cultura material, que se compone de todos los restos y rastros que las sociedades humanas dejan como consecuencia de su desarrollo y que se remontan hasta algo antes del surgimiento de nuestro género homo. Estos datos se combinan con registros químicos, geológicos, meteorológicos, biológicos, etc. y las metodologías propias de todas estas ciencias, permitiendo analizar y reconstruir escenarios, a menudo, muy completos. 

Normalmente, la mayoría del registro arqueológico se encuentra enterrado, debido al paso del tiempo y los procesos sedimentarios. También existen elementos (normalmente, construcciones) que permanecen visibles y que, incluso, han podido ser modificados y reutilizados en sucesivas épocas. 

Debemos tener en cuenta que incluso nuestro cubo de la basura o una lata de refresco de anteayer son susceptibles de ser estudiados mediante metodología arqueológica.

¿Y qué es el Patrimonio Cultural?

A pesar de su cercanía y mutua participación, los conceptos de Arqueología y Patrimonio Cultural responden a cosas diferentes. 

Mientras que la Arqueología define los métodos de estudio y los objetivos de la disciplina, centrada en la interpretación de la cultura material, el Patrimonio Cultural es más amplio y abstracto: hace referencia al conjunto de bienes y herencias que conforman la identidad cultural pasada y presente de una comunidad. Estos bienes pueden ser materiales (como los edificios, los yacimientos, las joyas, los libros) o inmateriales (tradiciones, folklore, canciones y poemas, paisajes, etc.).

Por lo tanto el concepto de Patrimonio Cultural es una idea que permite, además del estudio de los bienes, la adopción de fórmulas legales amplias y flexibles para su puesta en valor, conservación, gestión y protección en el presente.

Imagen 1: El Patrimonio Etnográfico, además de ser patrimonio cultural material por sus cualidades estructurales, muchas veces contiene también valores inmateriales, por ser el rastro tangible de los modos de vida, costumbres y técnicas tradicionales.

Tipos de Arqueología

A grandes rasgos y atendiendo a sus motivaciones, podríamos establecer dos tipos de Arqueología:

  • De investigación: vinculada a instituciones científicas, universidades o fundaciones, encargada de producir conocimiento acerca de los elementos estudiados y hacer avanzar la disciplina.
  • De gestión: vinculada mayoritariamente a las empresas arqueológicas que, en colaboración con las administraciones públicas, se encargan del tratamiento y gestión y puesta en valor de los bienes en el marco del desarrollo urbanístico, la adopción de planes o la promoción de obras de infraestructura. 

Dentro de la Arqueología de gestión, podríamos distinguir entre:

  • Preventiva: actúa con el objetivo de prevenir que se produzcan daños irreparables o mala praxis. Incluye aprobación de planes, prospecciones o sondeos, legislación y protección. 
  • De urgencia: actúa una vez se detecta un daño inminente sobre el patrimonio, imprevisto o imprevisible. Generalmente incluye intervenciones de excavación arqueológica e implica la documentación exhaustiva de un yacimiento previa a su destrucción.

No obstante, ninguno de los dos grupos puede funcionar de manera aislada, puesto ambos responden a una legislación básica y reparto competencias comunes. Además, el objetivo último de ambas confluye en el respeto del patrimonio y la construcción de conocimiento.

El Patrimonio Cultural en los procesos de EIA. Legislación y funcionamiento.

Para conocer la posición del Patrimonio Cultural dentro de los procesos de Evaluación Ambiental de Proyectos, cabe echar un vistazo a la legislación vigente más relevante en ambas materias. 

  • Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español. Otorga las competencias en Patrimonio Cultural a las Administraciones Autonómicas, quienes se encargan de desarrollar su contenido legislativo propio a partir de la Ley estatal. Es decir, en España existen 17 leyes que regulan el Patrimonio Cultural a nivel autonómico. Cada una de ellas regula las figuras de protección de los bienes culturales, así como los términos en que son compatibles u obligatorias ciertas intervenciones arqueológicas.
  • Ley 21/2013 de 9 de diciembre, de Evaluación Ambiental. En su art.º 35.1.c incluye el Patrimonio Cultural como una de las variables de obligado estudio en las evaluaciones ambientales. Además, las administraciones de Patrimonio Cultural se incluyen en el art.º 37.2.b como partícipes de la fase de consultas.
  • Normativa urbanística. En la mayoría de los casos, los Ayuntamientos también son partícipes de la regulación de los enclaves patrimoniales, integrando las herramientas de protección autonómicas en sus planeamientos urbanísticos cuando proceda.

Por lo tanto, se dibuja un escenario complejo y compartimentado, que obliga a conocer en profundidad las legislaciones específicas en cada Autonomía para lograr una correcta gestión del Patrimonio Cultural durante el proceso de Evaluación Ambiental. 

A esto cabe añadir la joven y, a menudo, inexacta integración del Patrimonio Cultural en la legislación ambiental. Igualmente, la estructura administrativa difiere entre Comunidades Autónomas; resulta fundamental conocer la nomenclatura, los trámites y organismos competentes según las necesidades del proyecto. 

Entonces… ¿Cómo garantizo una correcta gestión del Patrimonio en mi proyecto?

En Azentúa hemos establecido 4 Fases que abarcan desde el nacimiento de un proyecto hasta su puesta en funcionamiento, y que recogen todos los puntos clave en el proceso de EIA y construcción para evitar imprevistos y garantizar una correcta gestión. Cabe señalar que, aunque teóricamente estas fases son sucesivas, en la práctica muchas veces se solapan y complementan.

Fase de diseño

Este es un momento fundamental de todo proyecto; para un diseño adecuado desde el inicio se deben efectuar las correspondientes consultas a los Inventarios y Cartas Arqueológicas, analizar la información disponible y evaluar la mejor ubicación del proyecto. Hay que tener en cuenta la cercanía a Bienes de Interés Cultural (la figura de mayor protección patrimonial a nivel estatal) y otras Áreas de Protección o Zonas Arqueológicas. En esta fase prima la prevención para una mayor eficiencia.

Imagen 2. La consulta de cartografía antigua y mapas topográficos, Inventarios arqueológicos y catálogos patrimoniales son parte fundamental de las primeras fases para evaluar el potencial arqueológico de un determinado lugar.

Fase de evaluación

Una vez logramos un diseño adecuado a la información disponible, podemos comenzar la fase de Evaluación de Impacto Ambiental. Aunque no toda la normativa autonómica obliga textualmente a una prospección arqueológica, la mayoría de Administraciones Autonómicas dictarán la necesidad de realizar una de manera preventiva (incluso aunque no haya restos arqueológicos inventariados en las inmediaciones). La prospección consiste en una inspección superficial rigurosa (que en casos puntuales puede incluir sondeos subterráneos u otras técnicas, según necesidad) por parte de un equipo especializado y la evaluación de los potenciales impactos sobre el Patrimonio Cultural existente o nuevos hallazgos. 

Esta es la fase que más información útil puede aportar, puesto que permitirá conocer la incidencia real del proyecto sobre el Patrimonio. A partir de los resultados de la prospección, que deberán ser evaluados por la Administración competente, será recomendable aplicar modificaciones, exclusiones y otras medidas preventivas

Toda intervención arqueológica requiere de la solicitud de un permiso, cuyos plazos de concesión suelen alargarse hasta más de un mes. La estrategia más eficiente es comenzar con los trámites de prospección con anterioridad a la entrega del Documento o Estudio Ambiental, para poder recoger en éste sus resultados. 

En esta fase, la exhaustividad es clave.

Imagen 3. Durante las prospecciones arqueológicas se inspecciona el terreno en busca de yacimientos conocidos y posibles nuevos hallazgos. Es fundamental una buena visibilidad del terreno. En ocasiones, los equipos expertos deciden recoger una muestra de los materiales encontrados para su estudio.

Fase de compatibilización (DIA, modificaciones y ajustes)

Con la información obtenida de la prospección (y otras tareas que puedan haberse derivado de ella), podemos garantizar que el contenido de nuestro EsIA en materia de Patrimonio Cultural es ajustada a la realidad, tiene en cuenta los impactos y propone medidas adecuadas. Paralelamente, los resultados de prospección deben entregarse a la Administración correspondiente y ésta emitirá su Resolución. Idealmente, esta resolución puede llegar con anterioridad a la solicitud de Declaración de Impacto Ambiental y de esta manera quedar zanjada la valoración en materia de Patrimonio Cultural.

En caso de no haberse finalizado la prospección, de no haber recibido resolución o de ser pertinentes medidas preventivas adicionales, todas las necesidades del proyecto para cumplir con la legislación cultural quedarán recogidas en la Declaración de Impacto Ambiental. 

Este es el momento, por lo tanto, de aplicar las correcciones o modificaciones exigidas por la Administración para lograr la compatibilidad del proyecto. Estas exigencias pueden variar desde una prospección más exhaustiva de una zona sensible, incluyendo sondeos valorativos o excavación arqueológica, documentación de ciertos hallazgos o modificaciones en el diseño, así como cumplimiento de medidas genéricas: control arqueológico de movimiento de tierras, balizamientos y exclusiones.

Imagen 4. Durante la fase de compatibilización, además de correcciones de diseño o retranqueos, puede ser necesaria la aplicación de medidas preventivas adicionales como requisito previo al comienzo de la obra. Tal es el caso de sondeos con georradar (izq.), sondeos mecánicos o desbroces arqueológicos (der.).

Todas las modificaciones efectuadas sobre el proyecto originalmente evaluado deberán comunicarse al la Administración correspondiente, también a la de Patrimonio Cultural. 

En esta fase, es primordial la buena comunicación entre los equipos implicados y la Administración responsable de evaluar nuestro proyecto.

Fase de construcción

Una vez hemos logrado una DIA favorable, que pasa por la garantía de cumplimiento de los requisitos impuestos, nuestro proyecto queda en vía de salida para la fase de construcción.

En este momento, será fundamental tener muy presentes todas las prescripciones. Casi con toda probabilidad, nuestro proyecto habrá quedado sujeto –al menos– a un control arqueológico de movimiento de tierras, y puede que a otras medidas complementarias (balizamientos, protecciones, etc.). 

Imagen 5. Por lo general, todos los proyectos estarán sometidos a un control arqueológico de movimientos de tierra.

Esto implica que el Promotor debe encargarse de la contratación de un equipo técnico especializado que lleve a cabo la vigilancia arqueológica de nuestro proyecto (una figura paralela a la de la vigilancia ambiental) y asegure el correcto cumplimiento de las medidas. Para poner en práctica esta vigilancia, es imprescindible presentar un proyecto de seguimiento, que debe ser aprobado por la Administración de Patrimonio. Si se considera ajustado a las necesidades del proyecto y al condicionado establecido, el organismo responsable emitirá el permiso de seguimiento a la persona designada. De nuevo, hay que tener en cuenta que este proceso conlleva unos plazos extendidos. Una planificación correcta evitará retrasos en el comienzo de las obras. 

Para que la fase de vigilancia transcurra con éxito se debe garantizar el respeto al trabajo de la Dirección Arqueológica de obra, la información y diálogo con todas las partes implicadas y una correcta coordinación. Los trabajos de seguimiento deben ajustarse a las necesidades y avance de la obra. 

Evidentemente, y a pesar de haber realizado una gestión impecable de todos los trámites previos, existen eventos imprevisibles que pueden acarrear contratiempos. 

Es posible que, durante las tareas de seguimiento y especialmente de los movimientos de tierra, se produzcan hallazgos inesperados que condicionen la continuación normal de la actividad. En estos casos, es imperativa la suspensión de los trabajos y la evaluación de la situación por parte de la Dirección Arqueológica. Si fuese necesario, la Administración debe ser notificada y podrá decretar la toma de medidas adicionales para la continuación de la obra. 

En este momento entra en la ecuación la necesidad de adoptar medidas correctoras o compensatorias, en caso de daños o impactos irremediables al patrimonio; es decir, la arqueología de urgencia.

Imagen 6.  En Azentúa, realizamos la gestión de las intervenciones derivadas de hallazgos inesperados, buscando el cumplimiento de la protección arqueológica, comunicación entre los equipos y eficiencia en la recuperación de la actividad normal de construcción.

Conclusiones

La Arqueología es una disciplina científica y social, que busca responder preguntas acerca de los modos de vida humanos. Su labor es fundamental en la correcta gestión del Patrimonio Cultural, como articulación entre pasado y presente de una sociedad en desarrollo.

Aunque aún joven, la evaluación de los impactos sobre el Patrimonio Cultural se ha venido integrando en la legislación ambiental, de manera que ya forma parte intrínseca de los procesos de EIA. 

Una correcta protección del Patrimonio Cultural no es incompatible con el desarrollo de proyectos constructivos. El éxito pasa por contemplar su importancia, con criterio experto, desde la fase de diseño, el respeto a la normativa y el cumplimiento estricto de las medidas en fase de construcción.

Las claves para una gestión respetuosa y que no ponga en riesgo los intereses del proyecto son la prevención, la exhaustividad, la planificación, la comunicación y la experiencia. Las consecuencias de un manejo negligente del Patrimonio puede acarrear complicaciones que, de otra manera, serían evitables. 

Un paso fundamental y común a todas las fases es contar con un asesoramiento experto adecuado, que conozca los procedimientos aplicables en cada una de las fases y pueda prestar soporte en la coordinación, comunicación y buena praxis, velando por los intereses de las partes implicadas. 

El papel de Azentúa se enmarca en este punto como una bisagra fundamental entre Promotor, equipos de seguimiento y Administraciones, para lograr la culminación de los proyectos de la manera más eficiente posible. 

Paula López Calle

Archaeology Consultant

Azentúa

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